Gracias a los avances de la medicina y a la indudable mejoría en la calidad de vida de la sociedad en que vivimos, estamos siendo testigos de cómo la generación que está llegando a la edad de jubilación o tercera edad (en torno a los 65 años) en nuestros tiempos lo hace de una manera en la que ya no cabe el calificativo de ancianos. Se trata de una generación de personas que, por lo general, suelen gozar de buena salud y que llevan un estilo de vida muy activo que se materializa en viajes, múltiples actividades culturales, cuidado de sus nietos e incluso en el desempeño de actividades deportivas o la prolongación de su vida laboral.

Cuando hablamos de mayores hoy en día nos referimos a las personas que han alcanzado lo que ya se denomina como cuarta edad, aquella que empieza en torno a los 80 años, y que suele marcar el inicio de cierta dependencia de cuidados específicos, en relación con el estado de salud que, antes o después se deteriora, y que afortunadamente en muchos casos no llega hasta los 90 años de edad o incluso más tarde.

Antes o después, las personas solas o parejas que alcanzan esta etapa de la vida se plantean la disyuntiva entre trasladarse a una residencia de ancianos, donde vivirán a modo de hotel y además con todos los cuidados médicos que precisen, pero que también suelen tener un coste muy elevado o permanecer en su domicilio pero con la ayuda de una persona que, además de encargarse de realizar todas las tareas del hogar, les proporcione los cuidados personales básicos que necesitan, ya sea en régimen interno o externo.

Los cuidadores de personas mayores en régimen interno proporcionan la ventaja de la presencia permanente en el domicilio, salvando su día y medio de libranza, que supone una tranquilidad para sus familiares, ya que la persona contará con asistencia inmediata en caso de sufrir cualquier episodio de salud que requiera de ayuda o incluso de una llamada a tiempo a los servicios de salud de urgencias.

Además de la realización de las tareas propias del hogar (limpieza, orden, cocina y plancha) los cuidadores de personas mayores a domicilio se encargarán de estas tareas:

  • Controlar la dieta de la persona mayor, procurando una alimentación adecuada en sintonía con las directrices que se le hayan dado en función de las necesidades de cada mayor.

  • Asistir a la persona mayor en las tareas del aseo y la higiene personal, en la medida de las necesidades de cada mayor, y procurando además su máxima seguridad, evitando riesgos de caídas, etc.

  • Acompañamientos en general, que pueden ser al médico, al fisioterapeuta, ATS, etc. pero también a recados comunes como ir al banco, a la farmacia, a hacer la compra, o simplemente a dar el paseo diario.

  • Controlar la administración de los medicamentos que tenga prescritos la persona mayor, asegurándose de que toma las dosis correctas y a los horarios que tiene marcados.

  • Control de las constantes vitales (temperatura, presión arterial, pulsaciones, frecuencia respiratoria y niveles de glucosa).

  • Realizar eventuales curas sencillas que se puedan hacer en casa.

En Mimucama contamos con una larga experiencia en la selección de cuidadores de personas mayores con mayor o menor grado de dependencia. Se trata de profesionales – por lo general mujeres – que, además de realizar todas las tareas propias del hogar, cuentan a su vez con muchos años de experiencia en el cuidado de personas mayores en sus domicilios particulares o en residencias de ancianos tanto en España como en otros países.

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